La palabra “chazown” es hebrea y tiene más de un significado: puede aludir a sueño, visión (meta) y revelación de una persona en la vida, pero lo fundamental es que apunta a “a no perder el foco”. El foco resume bien el sentido del Chazown porque cuando no hay un sueño, una visión, una meta clara, un punto en donde concentrar nuestras energías y encaminar nuestra vida, nos extraviamos, como si se tratara de un bosque frondoso del cual no podemos saber.
La metáfora visual viene a cuento porque lo que resulta obvio no lo es, y los sueños, metas y sentido de la vida suelen volverse diluidos. Como explica la neuropsicóloga Cecilia Ortiz “más que hablar de buscar el sentido de la felicidad, en este sentido el término me gusta vincularlos más al bienestar. La cultura moderna nos impregna con la casi ‘obligación’ de estar bien todo el tiempo, y ese ‘estado permanente de felicidad’ es pretencioso porque no es así”.
-¿La palabra chazown, se vincula con el deseo?
Se emparenta definitivamente con la pasión. Si vamos a cifras frías, el 80% de las personas no tiene una pasión, es decir ese motor que te lleve más allá de la obligación. Otro de los datos llamativos es que el 20% de las personas realizan un trabajo que les desagrada, y el 70% es infeliz con lo que hace. El perder la pasión nos hace perder el foco, y este último tiene que ver con lo que me liga o une a quien soy...
-¿Por qué perdemos esta ligazón?
Puede suceder en algunos momentos de la vida porque prime lo económico o determinados afectos, pero uno se da cuenta luego que está en piloto automático, que no se está siendo uno mismo. Es como entender que en ese camino elegido no la paso mal, pero no soy yo mismo. Hay que volver al foco...
-¿Cómo lo logramos?
El movimiento es de adentro hacia afuera, si pierdo perspectiva, lo primero que debo preguntarme es qué me lleva a perder esta perspectiva, más allá del contexto o personas debo preguntarme porqué me estoy perdiendo de lo que deseo en realidad.
-¿Cómo conectás de nuevo en este sentido?
Hay que reconectar, lo primero es preguntarme hacia dónde estoy yendo, y si tengo claro hacia el objetivo que quiero ir. Hay que parar, reconectar y no tener miedo a equivocarnos. Para una buena respuesta siempre hay buenas preguntas.
Estamos tan preocupados por lo que va a pasar, que, aunque incluso no sucede aún, nos volvemos locos. Esto es un trabajo diario de conexión, nada es de un día para otro. Estar conectados con el aquí y ahora, con el disfrute, conectar lo que nnos hace bien para descubrir ese motor.
La profesional estuvo con el equipo de Cada Día, mirá la nota